ENSEÑANZA

15 28 enero 2019 enseñanza » M. Mattos ¿De qué sirven los títulos acadé- micos si no eres ante todo una per- sona empática, asertiva, socialmen- te responsable y comprometida? ¿De qué sirve tener un nivel inte- lectual o cultural muy alto si no sabemos usar de un modo inteli- gente y ético lo que sabemos? Esta es una de las reflexiones que pro- pone la educación emocional. La pedagoga, escritora y exper- ta en comunicación y relaciones emocionales, Eva Bach, sostiene que ya «en la década de los 90, las neurociencias demostraron que tener un coeficiente alto o una tra- yectoria académica exitosa no garantiza que una persona sea feliz, autónoma, responsable y solida- ria».Y es que esta competencia se basa en la constatación científica de que las emociones son tan importantes como la razón y el conocimiento, que llevan al equi- librio mental y al bienestar perso- nal social. Las conclusiones de las investi- gaciones en educación emocional indican que «resulta beneficiosa en varios aspectos, entre ellos el rendimiento académico en parti- cular», defiende Bach. «Sin emo- ciones no hay aprendizaje signifi- cativo y con exceso de emociones tampoco», aclara. ¿Cómo se desarrolla? La edu- cación emocional tanto de los niños como de los adolescentes depende directamente de la de sus familias y educadores. Es decir, «lo emocional también se apren- de por ósmosis». Presencia en las escuelas Para Bach, la actual ley educativa Lomce no favorece el desarrollo de esta competencia. «Solo en el preámbulo de dicha ley se señala que la educación es el motor que promueve la competitividad de la economía y el nivel de prosperi- dad de un país», cuenta. Ella con- sidera que el bienestar económi- co no trae consigo el bienestar emocional ni garantiza la calidad humana de las personas. Aunque el panorama ha empe- zado a cambiar en los últimos años. «Cada vez hay más escue- las que han comenzado a tener presente la educación emocional, de un modo parcial o integral», afirma. Algunas realizan activida- des puntuales de educación emo- cional dentro de la tutoría, tam- bién a partir de programas oca- sionales o de materias optativas, así como hay «escuelas que la han integrado plenamente en su Pro- yecto Educativo de Centro y acti- vidad curricular. Aunque hay algu- nas que están lejos de implicarse en un modelo educativo con estas características. Sin embargo, Bach reclama que en la formación inicial y perma- nente del profesorado, y en el acce- so a la profesión, no está suficien- temente contemplado aún. Entonces, ¿cómo agregar esta competencia en el currículo esco- lar? Bach considera que el elemen- to esencial, en educación emocio- nal, no son los programas de edu- cación emocional o las maletas pedagógicas con recursos emo- cionales, sino las relaciones inter- personales. En este punto detalla que hay dos tipos de educación emocio- nal: la curricular y la relacional. La primera es la que se lleva a cabo con programas formales en hora- rios establecidos, mientras que la relacional se lleva a cabo a todas horas, sin necesidad de programas e incluso sin intención. Ambas son importantes y se complementan entre sí. «Podemos tener el mejor pro- grama del mundo y, sin embargo, si nos manejamos mal con nues- tras propias emociones, si estamos amargados, tristes, decepcionados o si tenemos conflictos constan- tes de relación, ejerceremos una mala influencia y educación emo- cional», expone. Por lo tanto, la especialista sugie- ra que «para ser un buen profesio- nal no basta con hacer bien lo que haces, tienes que hacer el bien con lo que haces». Educación emocional, laasignaturapendiente de las escuelas Esta propuesta se fundamenta en tres razones. La prime- ra es sentirse bien con uno mismo, con la manera de sen- tir y con nuestra vida. Es la que se conoce como dimen- sión intrapersonal de la educación emocional. El segundo objetivo es doble y se corresponde con la dimensión interpersonal: sentirse bien con los otros, conocer y comprender mejor sus emociones. Que los otros consideren que eres una persona empática y asertiva, que sabe contener y canalizar sus emociones y comprender las suyas. El tercero tiene que ver con la dimensión ético-social. Contagiar emociones positivas a nuestro alrededor: pla- cidez, armonía, bienestar, alegría, confianza y esperanza. Tres motivos para educar las emociones «Sin emociones no hay aprendizaje significativo y con exceso de emociones tampoco»

RkJQdWJsaXNoZXIy NDcxODE=