H
ace quince o vein-
te años esto era un
desierto». La cita
es un clásico entre
los veteranos del sector de las
biociencias en el País Vasco.
La verdad es que, por enton-
ces, el propio sector ni siquie-
ra se consideraba aún como
tal. Aunque en la comunidad
autónoma había empresas de-
dicadas al tratamiento o diag-
nóstico de enfermedades, la
seguridad alimentaria o el cui-
dado del medioambiente, es-
taban muy lejos de ser o ver-
se a sí mismas como un polo
o un sector estratégico.
Pero en los albores del nue-
vo siglo la ciencia tomó un
impulso comparable al que
ahora experimenta la indus-
tria gracias a la aplicación de
internet y las nuevas tecno-
logías a prácticamente cual-
quier proceso fabril. Su mi-
croscopio llegó a lo más re-
cóndito de nuestro ser y con
la secuenciación del genoma
humano se abrió la puerta a
un sinfín de investigaciones.
Células madre, ADN, genes...
Cuando en 2003murió la ove-
ja Dolly, la clonación de ma-
míferos parecía ya algo hasta
fácil.
En aquel momento en
Euskadi únicamente había
una treintena de compañías
a las que hoy pondríamos la
etiqueta de ‘bio’ y que han ac-
tuado como tractoras: Faes
Farma, Bial, Progenika Bio-
farma –antes Medplant Ge-
netics y hoy integrada enGri-
fols– o BTI-Biotechnological
Institute... Pero al Ejecutivo
de José Antonio Ardanza hay
que reconocerle la prontitud
con que vio la veta y asumió
que el conocimiento requeri-
do por las empresas del sec-
tor era tan complejo y cam-
biante, tan dependiente de lo
que otros investigaran lejos
de aquí, que no podía ser ge-
nerado únicamente por ellas
mismas. Los suyos eran ade-
más desarrollos que en sus
primeros pasos resultaban
poco atractivos para los inver-
sores privados. Demasiado di-
nero y demasiado tiempo para
unos resultados para nada ga-
rantizados. Es decir, eran las
administraciones quienes de-
bían poner los recursos, quie-
nes debían crear la forja, la red
de agentes ya fueran de nue-
vo o reconvertido cuño que
las expectativas exigían.
Ya en 1997, se constituyó
la Red Vasca de Ciencia, Tec-
nología e Innovación con un
objetivo claro: fomentar que
las empresas aisladas que ya
desarrollaban desde chips para
la detección precoz de enfer-
medades hasta detergentes
biológicos o insecticidas res-
petuosos con el medio am-
biente, debían funcionar
como un ‘biopolo’ al que pu-
diera dirigirse la comunidad
científico-tecnológica a plan-
tear investigaciones que ori-
ginaran nuevas líneas de ne-
gocio. Y al revés, que las com-
pañías contaran con la cola-
boración de las infraestruc-
turas clásicas de conocimien-
to –universidades y centros
de investigación– para estu-
diar las posibilidades y viabi-
lidad de algunas propuestas
antes de considerarlas como
estrategia empresarial.
Primera estrategia
La primera iniciativa econó-
mica directamente proyecta-
da para impulsar el sector lle-
ga poco después de la creación
de la Red, en 2001. Es Biobask
2010 –después rebautizada
como Biobasque–, que plan-
teaba entre sus objetivos la
creación de 40 empresas y
3.000 puestos de trabajo, ade-
más de la inclusión de Euska-
di en el Espacio Europeo de
Investigación. Un objetivo
ambicioso que en algunas va-
riables aún no hemos alcan-
zado. Hoy, desarrollan su ac-
tividad en la industria ‘bio’ 75
empresas que dan empleo a
2.700 personas –lamayor par-
te profesionales altamente
cualificados– y facturan al año
376 millones de euros.
El tercer gran pilar del sec-
tor llegó hace sólo dos años
con la aprobación del Plan de
Ciencia, Tecnología e Inno-
vación Euskadi 2020, que pre-
veía un incremento del 44%
en la inversión pública-priva-
da y llegar a los 11.100 millo-
nes de euros en seis años. De
ellos, aproximadamente la
tercera parte (3.677millones)
correría a cargo de las admi-
nistraciones públicas con
2.737 millones directamente
aportados por el propio Go-
bierno. Otros 6.609millones,
el 60% del total, llegaría del
ámbito privado; y los aproxi-
madamente 800millones res-
tantes se obtendrían de fon-
dos europeos.
Hoy nadie cuestiona que
al mirar al futuro inmediato
de Euskadi, junto a la fabrica-
ción inteligente, que no deja
de ser una adaptación a las
nuevas tecnologías de algo
tan tradicionalmente asenta-
do en la región como la indus-
tria, y la energía, un elemen-
to siempre clave, inevitable-
mente aparezca un sector del
que hace quince años nadie
sabía ni cómo terminar de lla-
marlo o qué abarcaba exacta-
mente: biociencias, ciencias
de la salud, biomedicina, bio-
tecnología...
La forja de un gigante
El impulso tomado por la investigación científica en las últimas dos décadas
ha abierto un nicho de negocio que en Euskadi explotan ya 75 empresas
Las áreas de estudio de las biociencias abarcan desde el desarrollo de chips para la detección precoz de enfermedades hasta la formulación de detergentes biológicos.
::
E. C.
IRATXE
BERNAL
EN CIFRAS
75
empresas que dan empleo
a 2.700 personas e invier-
ten 120 millones de euros
en I+D.
376
millones de euros es su
facturación.
LAS CLAVES
EN RED
Actualmente, la Red Vasca
de Ciencia, Tecnología e In-
novación cuenta con más
de un centenar de entida-
des y en ella las empresas
cuentan con el apoyo de
universidades (a las tres
vascas hay que sumar la
Tecnun navarra); centros
tecnológicos de ámbitos
tan diversos como los de
Azti, dedicados a la innova-
ción marina y alimentaria,
o el CTA de tecnologías ae-
ronáuticas; hospitales, fun-
daciones y agencias como
Ikerbasque, Innobasque o
el BIOEF –vinculado a Osa-
kidetza
–
, además del de or-
ganismos públicos como el
Ente Vasco de la Energía.
EUSKADI
AVANZA
4
Martes 20.12.16