Dependencia

4 12 marzo 2019 dependencia » Laura A. Izaguirre S egún la Sociedad Españo- la de Geriatría y Geron- tología y la Fundación Envejecimiento y Salud, en España hay más de dos millo- nes de dependientes que son aten- didos por cuidadores profesiona- les y no profesionales. Solo en el PaísVasco la cifra de personas que están a la sombra cuidando de quienes no pueden hacerlo por sí mismos es de más de 173.700. Per- sonas que afrontan una gran car- ga física y emocional que, en muchas ocasiones, termina tradu- ciéndose en una pérdida de la inde- pendencia personal. No en vano, cuando llega la hora de atender a una persona depen- diente las obligaciones comienzan a sumar. «La vida es siempre en torno a ellos», afirma Primi Cruz, madre de una hija de 41 años que la necesita para casi todo. La car- ga emocional es de sobra sabida, especialmente al tratarse de fami- liares, pero es que además todas las decisiones del día a día giran en torno a la persona a la que hay que atender y, en muchas ocasio- nes, los momentos de descanso y las relaciones sociales tienden a desaparecer. A medida que la situación de dependencia se alarga o se agrava, se necesita una ayuda que muchas veces no llega y no se encuentran respuestas para las dificultades que se van presentado. Un cúmulo de circunstancias que tienden a provo- car que el cuidador deje de lado su bienestar emocional y físico. En defi- nitiva, «las necesidades de los cui- dadores no se tienen en cuenta», ase- guraVirginia Seoane que, junto a sus tres hermanas, cuida a sumadre. Si se tienen en cuenta las cifras, en el 8% de los hogares vascos se atiende a una persona en situación de dependencia. Los cuidadores son mayoritariamente mujeres de entre 35 y 65 años que, habitual- mente, son cónyuges o hijas de la persona. Además, hay que tener en consideración que en Bizkaia, el 80% de los dependientes prefie- ren ser atendidos en su casa. Hablamos con dos personas cui- dadoras para que nos cuenten cómo es su día a día. Al hablar de dependencia la figura en la sombra es la de sus cuidadores, mayormente hijas y esposas de entre 35 y 65 años «Vivimos en función de sus necesidades» » L. A. I. Primi y su marido ahora prejubilado cui- dan a su hija de 41 años, una persona con discapacidad intelectual que «es totalmen- te dependiente. Anda y más o menos con- sigo tener un vocabulario bastante acerta- do pero hay que estar vigilándola cuando se viste, hay que ducharla, lavarle los dien- tes…Tiene muy mala psicomotricidad, por lo que siempre tiene que ir agarrada y, por ejemplo, no sabe cruzar la calle sola. Eso requiere cuidados 24 horas al día». Hasta que su marido se prejubiló fue Pri- mi quien básicamente cuidaba de su hija, pero ser madre trabajadora se lo puso aún más difícil. «La posibilidad de conciliación en ciertos sitios es cero y como no hay una ley escrita… no tienes nada.Tuve que pedir jornada reducida porque si no, no hubiera podido atenderla», denuncia. Ahora su hija acude todas las mañanas a un centro espe- cializado y «llega a casa un cuarto de hora después de que yo vuelva de trabajar. La vida gira siempre en torno a ella. Nosotros vivimos en función de sus necesidades». Ir al supermercado o hacer cualquier recado le supone a esta familia un encaje de bolillos difícil de entender a ojos de quie- nes no conocen las necesidades diarias de un cuidador. «Tengo que aprovechar los momentos en los que ella está en el centro o en la asociación Gorabide para hacer todo aquello que no sea entrar en el súper rapidito. Algo que para el resto de la gen- te es lo más normal, como tener tiempo para mirar unas cortinas si las necesitas, yo solo puedo hacerlo cuando mi hija no está». Son usuarios del centro de día de CAD Ola puesto en marcha por Gorabide, una residencia de estancias temporales que ayu- da mucho, pero que es escasa para cubrir toda la demanda. «Solemos solicitarlo 3 o 4 veces al año en períodos de 15 días pero últimamente es menos porque hay perso- nas con necesidades más urgentes. Es una muy buena ayuda pero estaría bien que hubiera más centros y facilidades. Incluso ayudas por parte de los ayuntamientos», reclama.Y no solo económicas sino de apo- yo porque «en nuestro caso, como mi hija tiene padre y madre consideran que solo necesita la ayuda de una persona externa media hora en vez de una, por ejemplo». A todo ello hay que añadirle la preocupa- ción por el futuro a medida que estos padres cuidadores se van haciendo mayores: «Siem- pre pienso, ¡Dios mío, que nunca la vea sola!», pide Primi. «Requiere cuidados 24 horas al día» █ Primi Cruz » Su hija tiene discapacidad intelectual y psicomotriz » L. A. I. La madre de Virginia tiene 83 años y demencia vascular. Hasta julio vivía sola en su casa, eran sus cuatro hijas las que la acompañaban y gestionaban lo que ella ya no podía hacer y una persona iba tres mañanas a la semana para encargarse de la limpieza. Pero en julio se cayó. Duran- te un mes y medio se convirtió en una per- sona dependiente total y pese a que recu- peró movilidad, han tenido que contratar a una persona para que esté con ella. «Cada hermana tenemos una función y depen- diendo de nuestra vida laboral y familiar nos turnamos para cuidarla». Las cuatro trabajan, todas tienen hijos, dos de ellas viven fuera de la ciudad y pese a que saben que su situación es mucho más fácil que la de otras familias,Virginia es contunden- te: «es muy complicado». «Mi madre no se acuerda de que no se acuerda, ni de si ha comido...También tie- ne bastante deterioro osteo-muscular y una neumopatía intersticial, con lo que tie- ne terapia de oxígeno las 24 horas. El cua- dro clínico es complejo, el diagnóstico no es fácil y hay una falta de coordinación entre todos los profesionales», explica Seoa- ne. Porque otro de los escollos con los que suelen encontrarse los cuidadores es que deben ‘pelear’ en dos batallas: «a ella tie- nes que recordarle que necesita que este- mos ahí y, por otra parte, los médicos no te escuchan. Somos nosotros quienes esta- mos con mi madre a diario y sabemos qué es normal y qué no. En el caso de las per- sonas mayores es necesaria la figura de un especialista que coordine toda la situación, igual que hay una especialidad de pedia- tría». Porque, «a nivel social todavía estamos lejos de poder cubrir las necesidades de las personas mayores y, en cuanto a la depen- dencia, la sociedad a nivel institucional tam- poco está preparada para ellos». Las preo- cupaciones se extienden también al plano económico, «es un gasto muy importante y no hay una cobertura real. A nosotras nos ha costado una barbaridad encontrar a una persona con titulación para poder pedir acceder a la ayuda económica». Pese a esa ayuda, Seoane asegura que su cabeza está «siempre pensando en ama». Porque «las necesidades de los cuidadores no se tienen en cuenta. Para mí han sido fundamentales las asociaciones Ascudean y Afa Araba», asegura. Porque, como ella misma clama, «una de las necesidades bási- cas para el cuidador es que te escuchen». «Sentirte escuchado es una necesidad» █ Virgina Seoane » Cuida a su madre con demencia vascular 173.000 cuidadores hay en el País Vasco 8% de hogares residen con un dependiente 80% prefieren ser atendidos en casa

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