Aniversario Territorios
clase media, los aforos intermedios: se tiende a llenar BECs y estadios, incluso en la cultura vasca, y esa tendencia a lo grande está tapando un poco el día a día del 95 o el 98% de los creadores», lamen- ta Rafa Rueda. En el rock, sobre todo, se ha vuelto recurrente y casi obsesiva la queja sobre el envejecimiento del públi- co, la falta de relevo, pero bandas jóvenes como EZEZEZ no experimentan ese pro- ceso: «Nosotros nos encontramos de todo. El bolo que hicimos en el Antzoki sirve como resumen: había gente de 18 años y también mayores que nosotros, punkis... Es una suma de perfiles que genera un ambiente muy interesante: me gusta ver que gente muy distinta la goza igual, se suelta igual», celebra Unai. Y estas consi- deraciones demográficas, desde luego, no cuentan para lo urbano, ese universo de exultante juventud donde el desafío sería en todo caso el contrario, seducir a más oyentes talluditos: «Mi público es muy jo- vencito, con muchos niños y adolescen- tes, pero también me sorprende algún adulto. Y yo suelo decir que me siguen ‘girls & gays’, el público heterogenérico no es tan fan de Kai Nakai», sonríe Iratxe. Polacos tocando ‘Agur jaunak’ ¿Hasta qué punto es posible vivir del pop o el rock en Euskadi? «Es muy difícil», ata- ja Izaro, y eso que ella sí lo ha logrado: «Muy poca gente lo consigue plenamen- te, como mucho lo compaginan con otras cosas. Y tenemos gente que ha trabajado mucho en la música, se jubila y no ha co- tizado nada. Es una pasión difícil de en- focar como profesión», añade. ¿Grupos emergentes como Pinpilinpussies o EZEZEZ llegan a planteárselo siquiera? ¿Cuáles son sus ambiciones? «Nuestra única meta hablada era tocar una vez al mes, a eso queríamos llegar –descarta Ane–. Nuestra ambición no es vivir de esto porque nos parece supercomplicado y he- mos visto a amigos con una frustración terrible. ¡El único objetivo es no parar!». Y Unai, confrontado con la pregunta, pone el gesto más irónico del mundo: «Hay gen- te que vive de la música, incluso en nues- tra banda, haciendo mil cosas. Técnica- mente es vivir de la música. Lo que resul- ta bastante más complicado es vivir de tu música. No sé si nos lo llegamos a plan- tear: igual sí llegamos a ‘sobrevivir’ de la música, que es más fácil». Rafa parece especialmente indicado para reflexionar sobre esta cuestión, ya que su banda ha retomado la actividad tras muchos años de au- sencia, en los que ha ope- rado en solitario. ¿Qué ha cambiado en la estructura de la industria? «No son tiempos fáciles –dice–. La industria va a demasiada velocidad para que las pro- puestas calen. Todo es muy voluble y las apuestas a lar- go plazo cada vez son más inciertas: es como estar en un alambre que tiembla. Siempre ha sido así, pero ahora el alambre tiembla más. Y el mayor cambio son las redes, la manera de contactar con el pú- blico. Se ha acortado mucho ese trayecto y eso tiene su lado positivo y su lado no tan positivo: deja muchas propuestas sin tiempo para madurar y hace que tengan una exposición muy temprana, que pue- de ser perjudicial. Las redes permiten pa- sar de cero a cien en nada de tiempo, pero también bajar de cien a cero». Lo que se resiste a desaparecer, a pesar de los años, es el tozudo machismo: a Isa y sus com- pañeras les tocó aguantar de todo en tiem- pos de las Electrobikinis («mucha gente que nos cuestionaba entonces ya ni toca ni va a conciertos», apuntilla con estilo) y Ane sigue padeciendo el sexismo «tanto en comentarios como en actitudes». Algunos de nuestros protagonistas co- nocen bien otras escenas. Ane ha vivido muchos años en Barcelona, donde sigue residiendo su compañera de banda: «Aquí tenemos la suerte de haber tenido circui- tos ‘do it yourself’ y ‘underground’, un sen- timiento de comunidad y apoyo mutuo, mientras que Barcelona a lo mejor es más nicho, se hace más difícil acceder a salas... No envidio mucho aquella escena: aquí hay más tejido de apoyo, más altruismo y menos capitalismo», concluye. Isa estu- vo afincada en Galicia y destaca la versa- tilidad de Euskadi, su sugerente catálogo de posibilidades: «Me parece alucinante poder escuchar rock and roll, electróni- ca, música clásica, jazz... o ir al Kremlin y convertirme en un murciélago. Eso sí, Bilbao me parece más conservador que Donosti, aunque también tengamos pro- puestas tan personales como Rrucculla, Elbis Rever, Zabala, Gravelbed...». Y Pela recorre el mundo como vocalista de la banda de Marky Ramone, que le lleva –esta misma semana– a rincones del planeta tan inesperados como Panamá. ¿Qué po- dríamos aprender, por ejemplo, de esa es- cena estadounidense que le toca frecuentar tan a me- nudo? «¡Todo! Cualquier grupo de chavales nos da la voltereta a bandas de aquí que llevamos toda la vida. Es su música, noso- tros somos como polacos tocando ‘Agur jaunak’». A modo de despedida, ¿qué tal si cada uno nos re- comienda algún artista, para seguir alimentando la llama y que nunca se apa- gue? Izaro no duda: «Mi favorita del mun- do es Olaia Inziarte, que acaba de sacar el segundo. De mayor quiero ser como ella, ¡el problema es que es más joven que yo!». Isa recupera su mención a la baracalde- sa Rrucculla («es increíble») y aprovecha para reivindicar también a un ilustre ve- terano, Ibon Errazkin («ha sacado un dis- co alucinante»). Unai sostiene con aplo- mo que «el mejor grupo de Euskal Herria es Silitia, porque consigue elaborar un brebaje nuevo a partir de sus fuentes», mientras que Ane apuesta por Txopet, «gente maravillosa que hace música su- perinteresante». Iratxe no escatima elo- gios para Anixe, «una tía muy chula, la Bad Gyal euskaldun». Pela lleva días es- cuchando a Izukari, «dándole vueltas a al- guno de sus versos», y Rafa reparte juego entre TOC, Marte Lasarte y Esanezin, «una cantautora con muchas cosas que decir». Como todo ha ido tan bien, la próxima vez les proponemos una colaboración entre los siete, a ver qué sale. IÑAKI ‘PELA’ URBIZU La Excavadora, Víctimas Club, Marky Ramone’s Blitzkrieg Con actitud punk y poderío escénico, su trayectoria incluye tambiénObligaciones y Sumisión City Blues. «Admiramos sitios como Berlín o el París de los años 20 y cerramos el garito de debajo de casa» IRATXE AGUILERA Kai Nakai Pionera del reguetón en euskera, es un nombre ineludible en lasmúsicas urbanas de nuestro entorno. «Empecé con el reguetón y era romper un poco, pero ya se puede hacer de todo» «Las redes permiten pasar de cero a cien en nada de tiempo, pero también de cien a cero» Sábado 15.03.25 EL CORREO 31 TERRITORIOS DE LA CULTURA
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