Aniversario Territorios

La chispa que enciende el debate Kasualitatez nago ni hemen JON KORTAZAR Un día con Ernest Lluch J. ERNESTO AYALA-DIP E n el verano de 1998, asistí a la inau- guración de las nuevas rotativas de ELCORREO. Una vez en el aeropuer- to de Barcelona, enfilo la zona de embar- que y veo en la cola al exministro de Sani- dad Ernest Lluch, que también colabora- ba en el periódico. Llego a la escalerilla del avión y veo que Lluch está justamente de- lante demí. Simultáneamente percibo algo que subrayami natural inquietud a la hora de montarme en esos pájaros de acero. «¡Vaya, un avión de hélices!», exclamé sin disimulo. Entonces Lluch inició una teo- ría que completó en el avión, razón por la cual nos sentamos juntos. «Con los avio- nes a hélice no hay que preocuparse», dijo como si le urgiera tranquilizarme. El he- cho de no tener las pesadas turbinas lo hacemás ligero, cosa que le permitiría pla- near si surgiera algún problema. Asentí y vislumbré mi futuro inmediato con mu- chomás sosiego. A la llegada a Bilbao, me pidió que le repitierami apellido. A partir de ese instante y hasta el regresono dejó de llamarme Ayala. Yo decidí llamarleminis- tro. No nos tuteamos. A la mañana siguiente, en el vestíbulo oigo un «¡Ayala!». Era Ernest Lluch. «¿Tie- ne pensado algún sitio para comer?» Le con- testé que no yme sugi- rió hacerlo en el restau- rante del aeropuerto. Nos sentamos a una mesa y comenzaron a acercarse unos jóvenes muy apuestos y atléti- cos a saludarlo, como si se tratara de un ritual inevitable. Son ju- gadores de la Real Sociedad, me dijo. Le comenté que había leído su libro so- bre el austracismo en España. Me miró con una mezcla de agradecimiento y ex- trañeza. Obviamente no hablamos de la independencia de Cataluña, porque por esos días no era el Tema. Pedimos la cuen- ta y quiso pagar él, pero le propuse que lo hiciéramos a escote. Ya en Barcelona, re- cogió su coche (un Seat Toledo azul eléc- trico) del parking del aeropuerto yme lle- vó a casa. «Encantado de conocerlo, Ayala, hasta pronto». Nos dimos un apretón de manos y nunca más volví a verlo. Obviamente no hablamos de la independencia de Cataluña, entonces no era el Tema N ieves Fontovari esker eta César Co- cagatik bai, baina kasualitatez ere nago ni hemen. Oroimenean gor- de ez dudan egun batean, ura atzetatik doan bezala, galdu dudan egun batean Nieves Fontovak egin zidan deia. Jakin nahi zuen ea Territoriosen idazteko prest zen ikaslerik ezagutzen ote nuen. Hiru lau izen eman nizkion. Eta nire harridurara- ko gehitu zuen: «Zuri ez diotsut ezer, zuri ez dizut gonbiterik egiten, zeren zu ba- zaude beste egunkari batean!». «Oker zau- de –gehitu nion-. Orain kanpoan nago, ez dut konpromisorik inorekin». «Ah, orduan nahi bezenu, ateak zabalik dituzu». Eta horrela, kasualitatez nago ni he- men. Nieves Fontovak gehitu ez balu esaldi sinple hori, esan ez balu ez zidala deitzen uste zuelako banuela lankidetza bat, bes- te alde batera joko zuen haizeak. Eguna ez dut gogoan, urtea bai aldiz: 2009ko apirilean izan zen eta James Joy- ceri buruzko artikulu batekin hasi nuen gaur arte ekarri nauen bidea. Garai hartan luxuzko lau luma handi zituen Territoriosek: Anjel Lertxundi, Arantxa Urretabizkaia, Felipe Juaristi eta Harkaitz Cano, inoiz nahiko eskertuko ez dugun Inazio Mujikaren laguntzarekin. Nire testu xumeak horiekinbatera agertzea arrazoi sendoa zen baietza emateko. Hasiera hasieratik hiru helburu eta xede izan ditut artikuluak idazterakoan. Iraku- rri ondoren zirrara egin didaten atzerri- ko literaturako egile zein obra aipatzea. Noiz edo noiz gustura irakurritako euskal li- buruen berri ematea. Eta euskal literatura sis- teman gertatu diren egoeren berri ematea. Horrela aipatu ditut, maiz inork baino lehe- nago, begien aurrean ziren zenbait gertakizun: martxoan ema- kumezkoen literatura plazaratzeko jite berria, euskal idazlearen tipoaren alda- keta: lehenago filologoa zen, gero kazeta- ria, ondoren bertsolariek hartu dute lehen tokia; argitaletxeetan zian diren literatu- ra bildumen zuzendarien aldaketa… Ka- sualitatez nago ni hemen, baina gure le- trenmundutxoaren berri ematea dut xede. James Joyceri buruzko artikulu batekin hasi nuen bidea, 2009an BEGOÑA GÓMEZ MORAL D esde que el mundo existe se ha in- tentado definir qué es lo que hace que una obra de arte sea buena o mala. En esa tarea imposible, la imitación de la realidad, el idealismo moral o reli- gioso, la expresividad, la subversión, el va- lor de mercado o el mero disfrute estéti- co han sido factores decisivos y cambian- tes para obtener una atribución u otra en distintas épocas. Tras los pasos de Plinio el Viejo, Giorgio Vasari o Linda Nochlin, quienes, a años luz de distancia, nos de- dicamos a comentar obras de arte y las vi- das de quienes las crean compartimos la oportunidad de influir, aunque sea dema- nera imperceptible, en esos cambios. Frente a la página en blanco es, quizá, donde mejor se percibe que la crítica de arte no consiste en lanzar verdades des- de lo alto, sino en conectar palabras has- ta provocar una fricción entre arte y len- guaje capaz de provocar una chispa que encienda un interés o, en elmejor de los casos, un debate. Como con- secuencia, mi forma de pensar sobremi traba- jo y sobre el arte esmás plural y ambigua que cuando empecé, en 2009. Sigo expresando opi- niones, escribo desde mi punto de vista, pero soy consciente de quemi propio gus- to, por suerte, no es inamovible. En cuan- to a intenciones, prefiero entretener que diseccionar y, ya que nuestro suplemen- to se llama Territorios, me gustaría defi- nirmi trabajo como una propuesta de via- je a través de cualidades y significadosme- nos obvios de imágenes que, a menudo, son muy reconocibles, hasta el punto de perder buena parte de sus matices. Otras veces, el viaje propone visitar lugares, ideas y formas desconocidas. Esa capacidad de innovar es parte de la grandeza del arte. El resto es fácil, al menos en teoría. Con- siste en seguir una serie de pasos –des- cripción, análisis, interpretación y evalua- ción– mientras tratas de esquivar el len- guaje inflado que envuelve en celofán todo lo relacionado con el arte y que lo aleja de quienes son sus verdaderos destinatarios. Intento evitar el lenguaje inflado que envuelve en celofán todo lo relacionado con el arte NÚMERO 1.500 EN PRIMERA PERSONA Ideítas MARÍA BENGOA M ira, ella tiene sus ideítas». Dos crí- ticos literarios de este periódico hablaban de mí como si no estu- viera delante en 1986. Charlábamos de literatura, yo ya era una lectora compul- siva; les gustaba reírse de mí, pese a lo cual éramos amigos. La elegancia de su conversación inteligente me enseñó mu- cho, quiero pensar que les enseñé a ser menos machistas. No tardé en atreverme a colaborar en la página de libros del pe- riódico, Territorios aún no existía. Mi pri- mera reseña sobre cuentos de Raymond Carver les gustó, me ponían nota cada se- mana. Años después, un exconcejal de Cultu- ra me invitó con insis- tencia a una tertulia del club inglés de La Bilbai- na, poco antes prohibi- do a las mujeres: que- rían conocerme. Por fin fui, me sentí observada, incómoda. Al sa- lir, uno de aquellos caballeros trajeados dijomuy serio: «Pensaba que su firma era el pseudónimo de otro crítico». Yo vaciaba de ideas los textos, intenta- ba fortalecer mi criterio, fundamentar mi opinión para recomendar lecturas. Mi par- ticular batalla en el suplemento fue visi- bilizar a las mujeres con reportajes, en- trevistas, perfiles y reseñas en un mun- do escandalosamentemasculino. Me die- ron el premio Emakunde en 1998, alguien lo llamó premio etxekoandre. La panorá- mica a doble página de la narrativa del momento firmada por un joven crítico ci- taba cuarenta títulos, ni siquiera uno es- taba escrito por una mujer. Con los años ese sesgo se fue atenuando. Pensar sobre lo que otros escriben y criticar –según la etimología juzgar– es a veces duro. Pre- fería elegir lo que me gustaba; pero no siempre podía. Mi amigo Uriarte escribió en su exitoso diario: «Dice M. B. en una cena: siempre te quedas mal después de haber escrito una crítica muy negativa, y nunca la olvidas». El vicio sin castigo de leer sigue siendo un refugio; leer para otros reseñando libros, por si alguien quie- re escuchar mis ideítas al otro lado de la página, es una experiencia maravillosa. Gracias, lectores y lectoras de Territorios. Mi particular batalla en el suplemento fue visibilizar a las mujeres Sábado 15.03.25 EL CORREO 32 TERRITORIOS DE LA CULTURA

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