Aniversario Territorios
La aventura colonial Tierra de palabras CARLOS AGANZO Escribir Al habla con Territorios TXANI RODRÍGUEZ U na tarde de 2002, tras haber leído tranquilamente el periódico, un im- pulso un poco disparatadome em- pujó a descolgar el teléfono, marcar el nú- mero de EL CORREO y pedir queme pasa- ran con la responsable de Territorios. Me atendió con amabilidadNieves Fontova, a quienmanifestémi deseo de escribir en el suplemento ymi convicciónde que podría hacerlo bien. Me gustaba leer yme gusta- ba escribir; y a mis veinticinco años, esas credenciales parecían suficientes. Al otro lado de la línea todo debió sonar bastante pintoresco, pero, a pesar de ello, Nieves Fontovame preguntó si solía leer libros en euskera, le respondí que sí, yme encargó, imagino que como prueba, entrevistar a Jasone Osoro, que acababa de publicar ‘Desnudos’, la traducción al castellano de ‘Korapiloak’. Acepté el encargo, mandé el texto y pude comprobar asombrada y or- gullosa que la entrevista se publicaba en- tre las páginas culturales que yo leía cada semana. Apartir de esemomento, firmémuchas otras entrevistas, reportajes, críticas y al- gunos relatos. Si tuviera que elegir alguno de aquellos textos, creo que me quedaría con la entrevista que le hice a Alberto Méndez, el autor del espléndido libro de relatos sobre la Guerra Civil ‘Los giraso- les ciegos’. Hablé con él en abril de 2004 y endi- ciembre de ese año co- nocimos la triste noticia de su fallecimiento. En octubre de 2005, le con- cedieron el PremioNacional de Narrativa. Diez años después, laUniversidaddeZurich celebró un Congreso centrado en ‘Los gi- rasoles ciegos’. La organización contactó conmigo porque, por lo visto, solo César Renduelles y yo alcanzamos a entrevistar- lo, y querían incluir mi texto en un libro. Qué rápido me parece que sucedió todo para Méndez, y qué rápido ha transcurri- do el tiempo, en realidad: me cuesta creer que hayanpasado veinticinco años ya des- de el día en el que, sin pensarlo demasia- do, decidí llamar a Territorios. Echo deme- nos a aquella joven que se dijo por qué no. Me quedo con la entrevista que le hice a Alberto Méndez, el autor de ‘Los girasoles ciegos’ MIGUEL GLEZ. SAN MARTÍN P arafraseando a Vujadin Boskov, es- cribir es escribir. Escribir libros o hacerlo en los periódicos es diferen- te tan solo por los plazos de entrega, no por la voluntad de estilo. Cada página se escri- be como si fuera a formar parte de unas hipotéticas obras completas, aunque no todas, naturalmente, son de lamisma ca- lidad. Una buena señal es cuando, al leer tiempo después lo que uno ha escrito, se tiene la impresión de que lo hubiera he- cho otromás ecuánime. El tiempo puede congelarse mientras preparas un libro y comerte cuando tie- nesqueentregar una co- lumna o un artículo de opinión en un plazo es- tablecido. Esto último te obliga a una lucidez casi fulminante para la que no siempre estás prepa- rado, pero evita dar de- masiadas vueltas a las cosas, impide que la prosa pierda frescura, que se entrecorte el fraseo de tanto corre- gir. DecíaGonzález Ruano que cuantomás se escribe, mejor se escribe y, en cambio, el pintor Muñoz Condado se sentía un pri- merizo cuando empezaba un cuadro a los ochenta y tantos años. Ambos exageraban, pero no tanto. Hoy conmemoramos 1.500 números de Territorios y lo quemásme impresiona es que yo ya estaba allí. Recuerdo bien la fies- ta inaugural. Escribía reseñas de vez en cuando, antes había publicado algunos re- portajes y después artículos de opinión en diferentes secciones. Es igual de difícil. No se pueden escribir artículos de aire, siem- pre hay que decir cosas concretas, si es po- sible originales, pero sin dártelas de origi- nal, y escribirlas del modomás sencillo lo mejor que sepas. No es lo mismo escribir sobre un tema prefijado que hacerlo sobre lo que quieras, como se permite en Lamirada, pero no sa- bría decir qué esmejor. Stravinski encon- trabamayor libertad creativa en los recin- tos cerrados. Lo que sí sé es que escribien- do sobre esto y aquello vas dejando, sin darte cuenta, a lo largo de los años y de los miles de páginas, una cierta idea del mun- do y del modo ondulante en que lomiras. A lcanzar el milésimo quingentési- mo número de una publicación no es cualquier cosa. Imprime carác- ter. Supone la articulación intelectual de un abundoso y generoso territorio que alumbramuchomás allá de lo que alcan- cen a ver los ojos de la imaginación. Li- bros ymás libros. El arte y todas las artes. Un ecosistema periodístico y literario con sus propias condiciones climáticas, y con sus prodigiosas criaturas particulares. Una fecunda tierra de palabras que cada se- mana acoge a sus lectores y los provee de las mejores herramientas para interpre- tar el mundo, para superarlo. Enmi caso, también sin ir más lejos, para someter el mundo a lamirada escrutadora de la poe- sía: la fe de vida de los poetas, con su ha- bilidad providencial para buscar las pala- brasmás hermosas, lasmás significativas y trascendentes que existen desde que el hombre es un zoón fonón, un animal que habla, como dicen que dijo Aristóteles. Colaborar en la empresa humana que cuida y que conserva, desde hace casi trein- ta años, esta tierra de las palabras, al lado de las firmas que se despliegan junto a la mía y del equipo que nos orienta, siempre en busca de los mejores pastos literarios, es como pasear por los Campos Elíseos del mejor periodismo. Ese queMiguel De- libes y RyszardKapuscinski, Gustavo Adol- fo Bécquer y Gabriel García Márquez se- ñalaron como el mejor oficio del mundo: el periodismo. Muchomejor aún si su ape- llido es «cultural». Aden- trarse en los libros, des- cubrir sus virtudes y ofrecérselas a los lecto- res de EL CORREO es la misión de los que tene- mos el honor de colabo- rar desde hace años con este suplemento. Unho- nor y un inmenso pla- cer, pero también una tremenda respon- sabilidad. Un temor (el del cazador de li- bros en las fértiles llanuras de la tierra de las palabras) que solo se disipa cuando sa- bemos que la pieza que señalamos ha lle- gado al lector, le ha interpelado, le ha se- ducido, le ha transformado… Felicitémo- nos por ello. Los plazos de entrega impiden que la prosa pierda frescura de tanto corregir La mirada escrutadora de la poesía ayuda a interpretar el mundo, a superarlo GERARDO ELORRIAGA S iempre me ha apasionado escribir. Creo que ha sido una de las escasas certezas queme acompañan desde niño. Me entusiasma redactar en torno a inquietudes propias y ajenas, reales y fic- ticias, formales o desbarradas. El arte lle- gó como una temática más, pero he des- cubierto que no se puede jugar con él por- que te absorbe. Es un ladrón de almas. Si te adentras en sus largos pasillos corres el riesgo de quedar atrapado en cualquier recoveco y olvidar el camino de vuelta. Participar en Territoriosme ha propor- cionado la libertad que añoraba. En un oficio tan encorsetado como el periodís- tico, los suplementos culturales suponen un espacio donde puedes expresarte de una manera más personal. Los temas se suelen desarrollar en espacios amplios como vastas tierras que colonizar según tu voluntad y criterio. La plástica contemporánea ha sido el carromato con el que he deambulado por va- riopintas regiones. Pero si bien el arte te fagoci- ta, también resulta ge- neroso para los apren- dices de colono. Aden- trarte en él descubre horizontes lejanos, co- nocimientos precarios y grandes igno- rancias y, al mismo tiempo, revela que sólo puedes acercarte a arañar su super- ficie si no te detienes y abres otras puer- tas, las que te conducen a la historia, la música o la literatura. Todas ellas te pro- porcionarán recursos para abordarlo y, sobre todo, disfrutarlo. El arte y la cultura son la aventura per- sonal y profesional, y también el verda- dero valor refugio cuando vienenmal da- das. Escribir, crear, contemplar, situarnos en otra piel, recorrer el mundo desde otros ojos, me fascina. Esa facultad para eva- dirnos de lo cotidiano nos proporciona, al mismo tiempo, herramientas para tras- cender lo obvio y contemplar la vida des- de otras perspectivas. La alegría no está en el campo. La felicidad se aloja en una cuartilla digital en blanco, dispuesta a ser invadida, poblada por frases, párrafos y páginas, en suma, colonizada. El arte y la cultura son el verdadero valor refugio cuando vienen mal dadas NÚMERO 1.500 EN PRIMERA PERSONA Sábado 15.03.25 EL CORREO 42 TERRITORIOS DE LA CULTURA
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